lunes, 22 de agosto de 2011

Crono

O sea que es el último?
Siempre es el último. 


Que siempre sea el último indica que cada último realmente nunca lo fue. Ignoro cuál es el real, no quiero, ni busco ni necesito saberlo.


Cuántas veces deseamos volver y retroceder la vorágine que es el tiempo. Hacer las cosas de nuevo. Mejor. Tal vez no hacerlas; o lo contrario: hacerlas una y otra vez. Revivir.


No juego a no sentir. La vida me ha enseñado a sentir demasiado, hasta el punto de llegar a no sentir nada,,,el detalle: nunca ha sido un juego.


Las personas poseen una ansiedad inquietante por explotar sus corazones, corriendo contra el tiempo, como si se tratara de una carrera. Tal vez creen que mientras más pronto, más fuerza y sentido toman los sentimientos. Más duradero resultarán. En mí lo que menos me hace es sentido.


Para mí el amor no tiene prisa. A veces creo que muchos jamás lo podrían entender.


Creo fervientemente y me aferro a la idea de que todo tiene su momento, su tiempo. Que cada instante es único e irrepetible y procuro tomarme el tiempo para sentirlo, saborearlo digerirlo,,,vivirlo.


Es preciso ir despacio para distinguir la fantasía de la realidad.


La vida se compone de pequeñas escenas que una a una arman nuestra propia cinemateca. Es la incesante narración de un libro que desconocemos que capítulo a capítulo montamos lo  que compondrá el epílogo final.


"A veces uno está obligado a hacer lo que no quiere, pero eso no borra lo que hay en el corazón". Es un hecho irrefutable la ingratitud de los dilemas que nos presenta el acertijo que carga cada día.


La oscuridad siempre es misterio, pero irónicamente todo lo que brilla se ha transformado en el reflejo de mi mayor enigma.


Volteo una y otra vez el reloj de arena como consuelo de aquel tiempo que pasa, que vuela, que se detiene, que se borra. Aquel tiempo que retrata  lo que vivo sin vivirlo, lo que quiero, busco, tengo, pierdo, y vuelve a mí otra vez. Lo que niego, siento pero en lo que dejo por instinto natural de creer.


No quiero velocidad ajena, ni cuidado.
Te desafío a mi ritmo, a mi paso, a mi pulso, a mis inquietudes, inseguridades, locuras y alegrías. 


Tengo un cronómetro. A destiempo, sin cordura y en silencio. Te atreves?

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